Escrito por: Apolinar chuguay Angel
25 Jan 20186 years ago

La Masacre de Kuruyuki 

Las fuerzas de Chuquisaca y Santa Cruz, a las seis de la mañana del 28 de enero de 1892, llegaron a la serranía de Aguaragüe, en Kuruyuki, en una prolongación del valle de Ivo, iniciando una sangrienta batalla.

Hombres, mujeres y niños chiriguanos, con sus rostros pintados en rojo y negro, se atrincheraron cavando fosas reforzadas con estacas. Lucharon con un valor sorprendente, pero la desventaja en armas era demasiado grande; el ejército karai fue ganando terreno y tras ocho horas de combate fueron derrotados. El coronel Frías en una carta dirigida al Prefecto del Departamento de Chuquisaca, calculaba que los muertos chiriguanos alcanzaban la cifra de novecientos a mil, entre hombres, mujeres y niños. Apiaguaiki y otros jefes indígenas lograron escapar.

Inmediatamente se inicio la persecución del Tumpa. Durante la misma, tanto las tropas militares como los propios terratenientes iban asesinando a los chiriguanos y confiscando sus bienes, querían "limpiar la zona de todo vestigio de rebeldía indígena". Las tierras fueron adjudicadas al Colegio Franciscano Misionero de Potosí, para que fundara una reducción misionera. Se calcula que unos 2700 chiriguanos resultaron muertos y otros 1200 tomados prisioneros y distribuidos como esclavos entre los vencedores y hacendados de la región; los jefes que se rindieron fueron ejecutados en la plaza de Santa Rosa, en presencia de toda la población. De los que pudieron escapar, muchos se refugiaron en el norte argentino.

Guatinguay, cacique de Caruruti, traicionaría a Apiaguaiki a cambio de salvar su vida. Lo había acompañado durante toda la guerra y gozaba de su confianza, lo que le permitió llevarlo a una emboscada donde lo esperaba un grupo armado del hacendado José Martínez.

Es trasladado al pueblo de Sauces, hoy Monteagudo del departamento Chuquisaca, durante su prisión nunca demostró debilidad ni temor, ni despegó los labios a pesar de ser torturado salvajemente. Luego de 15 días, es sometido al Consejo de Guerra que decide realizar su ejecución el 29 de marzo de 1892.

Se convocó al pueblo a la plaza principal, primero fueron ejecutados dos de sus capitanes: Güaracota y Ayemoti. El Tumpa fue torturado, suplicio que no se conoce con claridad -se dice fue empalado- y a las cuatro de la tarde fue fusilado atado a un poste. El Delegado gubernamental Coronel Melchor Chavarría en su informe escribía: "Apiaguaiki murió con la altivez de un gran caudillo. En cumplimiento de lo dispuesto en la orden general, el cadáver permaneció expuesto en el patíbulo hasta el día siguiente". 

Aunque luego se produjeron pequeñas sublevaciones, se considera al 28 de enero de 1892 como el fin de las insurrecciones chiriguanas que abrió el paso a la apropiación de los territorios indígenas del Chaco Boreal.

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